jueves, 29 de marzo de 2007

José Figuero

Mis queridos padres y hermanos: desde la prisión les dirijo las presentes líneas que serán también las últimas de mi vida. Pronto voy a ser mártir de Jesucristo. No lloréis por mí, pues que morir por Jesucristo es vivir eternamente. Mañana, día de mi cumpleaños, espero ir derecho al Cielo. Adiós, mis queridos padres, hermano y recordadísima familia. Adiós, hasta el Cielo. Allí rogaré por ustedes. Nunca como ahora les ama su hijo, que muere tranquilo y sereno por Jesucristo. José, C.M.F.

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