domingo, 13 de julio de 2008

EUCARISTIA

ZS08070506 - 06-07-2008Permalink: http://zenit.org/article-27856?l=spanish
La Eucaristía, “pan que ceba leones” también hoy; según un fundador
Habla el padre padre Rafael Alonso, fundador del Hogar de la Madre
ROMA, domingo, 6 julio 2008 (
ZENIT.org).- Así como la dimensión más profunda de la crisis que ha atravesado en años pasados la Iglesia está en la falta de fe en la Eucaristía, su fuerza reside en el amor por este Sacramento; asegura el fundador de una de las nuevas realidades eclesiales tras el Congreso Eucarístico Internacional de Quebec.
El padre Rafael Alonso Reymundo, nacido en España, en 1947, ha fundado el Hogar de la Madre, familia espiritual extendida por varios continentes con una rama femenina de religiosas, una masculina de sacerdotes, así como con laicos jóvenes y adultos (
http://www.hogardelamadre.org).
En el centro de su espiritualidad está el amor por la Eucaristía, como explica en esta enctrevista concedida a Zenit.
--¿No cree usted que la mayor crisis de la Iglesia, en esta y en otras épocas, se debe a la falta de fe en la Eucaristía?
--Padre Rafael: La falta de fe en la Eucaristía es una dimensión más, -aunque creo que la más profunda-, de la gran crisis de fe en que estamos sumidos a causa de la soberbia del hombre que pretende, si pudiera, sentar en el banquillo al mismo Dios y condenarlo.
Yo he conocido de cerca muchos casos de alteración en la fe eucarística.
Recuerdo que cuando estuve en las Milicias Universitarias, -una facilidad que se daba a los universitarios para armonizar los estudios con la obligación de hacer el "servicio militar" en España-, conocí a un chico que podemos llamarle Eugenio.
Este joven había salido de un noviciado de una institución prestigiosa misionera, que sufrió un gran descalabro vocacional en los años del postconcilio, y estudiaba medicina. Concretamente el maestro de novicios facilitaba constantemente a los novicios libros de marxismo, comunismo, Teología de la Liberación, etc. El resultado fue que salieron todos de la institución, incluido el maestro de novicios.
Eugenio quería remedar al Che Guevara.
Y allí estaba. Haciendo la "mili" conmigo y en mi tienda.
Éramos unos cinco mil jóvenes universitarios en aquel campamento.
Lo curioso era que iba a misa libremente y comulgaba; pero durante el día blasfemaba, cantaba canciones contra el Papa, contra la Iglesia, etc.
Yo le hice notar su incoherencia. Y le dije que dejara de comulgar en ese estado. Y le pregunté: ¿por qué comulgas?
Me dijo que para él tenía un valor simbólico: comulgaba en los sudores del pueblo obrero explotado por los capitalistas.
Yo le propuse que le podía traer una hogaza de pan a la tienda de campaña y que se la comiera delante de todos.
Es una simple anécdota que ilustra esa gran crisis de fe que ha dado tan amargos frutos.
Hay que pensar si no se ha ido destruyendo la relación de los fieles con Cristo Eucaristía y se ha sustituido por la televisión y otros modos de evasión y distracción de "lo único necesario". Y esto ha afectado en gran parte a las comunidades religiosas y de consagrados.
El análisis de las causas es difícil de hacer. Pero creo con Pablo VI que hay también un elemento extraño, espiritual y personal que ha intervenido y que nombró en "El Credo del Pueblo de Dios".
--La fuerza de los primeros cristianos era la Eucaristía. ¿No ve usted muchas semejanzas entre el mundo en que vivieron aquellos discípulos y apóstoles y el mundo de hoy?
--Padre Rafael: Un padre jesuita decía que la Eucaristía era el "pan que ceba leones".
Yo he comentado muchas veces esta frase a los jóvenes y les ha alentado para alimentarse de Él.
El león está en muchos escudos heráldicos. Representa la fuerza.
El león es el más fuerte de los animales salvajes, al menos así ha sido considerado por los hombres.
Creo que la Eucaristía es nuestra fuerza, nuestro vigor. Así nos lo dijo Jesucristo: "el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida". Lo cual quiere decir que si no comemos su carne y no bebemos su sangre no tenemos vida, es decir, nos morimos sobrenaturalmente.
Cuando san Ignacio de Antioquia dice que quiere "ser trigo molido en los dientes de los leones" es para hacerse Eucaristía con Cristo. Ciertamente de la Eucaristía sacaban la fuerza. Los futuros mártires del norte de África eran exhortados a abandonar la celebración eucarística dominical y ellos respondieron: "No podemos vivir sin la Eucaristía".
En la actualidad pasa lo mismo.
Los cristianos que tienen conciencia de serlo y están bien formados tampoco pueden vivir sin la Eucaristía. ¿Cómo pasar una semana sin la celebración eucarística dominical? Creo que en muchos grupos se ha recuperado esta sensibilidad hacia la Eucaristía. Y creo además que esto lo hace el Espíritu Santo que no abandona nunca a la Iglesia.
Me ha impresionado la intervención de Elizabeth Nguyen Thi Thu Hong, hermana del cardenal Francisco Xavier Nguyen Van Thuan en el pasado Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Québec, en el que presentó textos desconocidos de su hermano, desde la prisión en Vietnam.
Le decía a sus padres: "Queridos papá y mamá, no apesadumbréis vuestro corazón con la tristeza. Vivo cada día unido a la Iglesia universal y al sacrificio de Jesús".
Considero que estos son nuestros confesores y mártires de hoy.
Y la unión entre ellos y los mártires de los primeros siglos, y en todos los siglos, lo constituye el amor de Dios que viene a nosotros muy especialmente en la Eucaristía.
--¿Ha visto reflejadas en algunas personas el amor a la Eucaristía?
--Padre Rafael: Ciertamente que sí. Yo soy deudor de muchas personas que me han ayudado a penetrar en la profundidad del misterio eucarístico. Ellas han sido y son iconos y puntos referenciales en mi vida eucarística.
En primer lugar quiero rendir un homenaje a la Providencia que me hizo conocer a un sacerdote rumano. No conozco su nombre. Estará ya probablemente viendo al que adoró en la tierra.
Yo le ayudé a misa. Era un vicario general de una diócesis rumana. En tiempos del comunismo pasó -según me dijo- 36 años en la cárcel, no seguidos. "Conocí todo tipo de celdas. También las de castigo" - dijo. Fue a España porque admiraba su "catolicismo". Lamentablemente salió decepcionado.
Me enseñó un maletín que llevaba. Tenía doble fondo. Me explicó que iba a celebrar la Eucaristía vestido de fontanero, con ese maletín de "trabajo" por las casas, en Rumanía. Sacó de él un cáliz del tamaño de un cubilete de jugar al parchís. Era de plata y el interior de oro. Bastante grueso y pesado. Me enseñó las pequeñas formas que consagraba, y los mini-corporales. Todo diminuto.
Me impresionaban sus palabras. A su lado yo era una pulga en la fe.
Celebró la misa. Y yo le ayudé.
La unción religiosa que desprendía te ponía frente al misterio insondable que se hacía casi tangible. Oraba profundamente.
No puedo olvidar tampoco al siervo de Dios el P. Tomás Morales S.I. (+1994), mi director espiritual. Su forma celebrativa era solemne, majestuosa, recordaba a Pío XII. Para los que estábamos en la celebración parecía que el tiempo se detenía y nosotros quedábamos fijos y absortos en el misterio.
Y últimamente no puedo olvidar dos días en los que celebramos el Corpus Christi. Uno fue con Su Santidad el Papa Juan Pablo II. El último que pudo presidir. La misa la celebró su Em. Rev. Cardenal Ruini. Acabada la misa, el Papa subió en la carroza donde iba el Santísimo. Él iba muy dolorido y sufriente, pero fijos los ojos en Jesucristo Sacramento. Recorrió la vía Merulana en posición de adoración. Verle era decir: ¡qué fe la de este hombre! Y deseabas tener su fe.
Y la misma sensación tuve en el Corpus Christi de este año pasado con Su Santidad Benedicto XVI.
Y hay una ingente multitud de almas profundas y sencillas, dadas al Señor, que han modelado y siguen modelando mi espíritu porque veo en ellas un auténtico amor y apertura al misterio de Dios con nosotros.
Yo pienso que nosotros los pastores debemos aprender de estos modelos para poder construir el Reino de Dios fundamentado en Cristo Eucaristía. Y convertirnos nosotros también en modelos para nuestros fieles.
--¿Cómo descubrió usted, en su vida, la presencia real de Jesús en el sacramento?
--Padre Rafael: Yo tuve la fortuna de nacer en una España llena de fe. La dimensión eucarística era connatural a nuestro desarrollo cotidiano. La fe hacía parte de nuestra vida.
Mis padres fueron los que me llevaron a la misa de los domingos. Nunca opusieron resistencia a la transmisión de la fe.
Ya de pequeño íbamos el grupo de niños de la escuela a la catequesis con el señor párroco que recuerdo se llamaba don Juan. Era un hombre de baja estatura y enfermizo, pero bueno y celoso del bien y del progreso espiritual de su parroquia. Él me catequizó y él me admitió entre sus "monaguillos". Yo recuerdo que la misa era muy temprana y, sin embargo, me levantaba con gran ilusión para "ayudar a misa". Aprendí las oraciones en latín, que tenía que responder al sacerdote, en una cartulina impresa a dos colores. Lo que debía aprender estaba en color negro.
Sirviendo en el altar aprendí a amar el sacerdocio y la Eucaristía.
Otro factor importante fue el colegio.
Fui al colegio de "La Sagrada Familia" de los hermanos Maristas de Cartagena (España). Había costumbre de solemnizar el mes de Mayo con actos en honor de Nuestra Madre. Y en los jueves de ese mes se celebraba una Exposición del Santísimo. Pues bien, en un jueves del mes de Mayo, estando en el segundo banco de la fila de la izquierda, mirando al altar, yo sentí vivo al Señor en la Eucaristía. Y Él me dijo: "Tú vas a ser mío, sólo mío, totalmente mío". No lo oí con palabras exteriores. Lo oí en mi interior. Como si me lo hubieran impreso. Esas palabras corresponden exactamente a lo que sentí. No otras.
Es claro que esa experiencia me marcó. Yo tendría unos doce años. Y en los años de infancia y adolescencia es cuando más se imprimen las experiencias espirituales. Y duran toda la vida.
Creo sinceramente que ha sido un proceso donde han intervenido la familia, el colegio, la parroquia, la Acción Católica y la Cruzada de Santa María. Ha sido un crecimiento constante y creo que aún debo crecer más en la profundización de este Sacramento.
--Usted ha creado el Hogar de la Madre que ha permitido a muchas personas redescubrir la fe en la Eucaristía. ¿Cómo lo hacen?
--Padre Rafael: No hacemos nada extraordinario. La Iglesia tiene los tesoros espirituales y nos los da. Nosotros hemos estado atentos a las enseñanzas de la Iglesia.
Cuando yo era un sacerdote recién ordenado mi obispo, el cardenal Marcelo Martín, de Toledo (España) me permitió seguir ejerciendo de Catedrático de Geografía e Historia en el Instituto en el que impartía clases. Y me nombró vicerrector del "Colegio Diocesano Nuestra Señora de los Infantes". Comprendí que el Señor me ponía en situación privilegiada para el apostolado con la juventud. Y entendí que tenía que ser Él quien actuara en ellos. Sólo así el mensaje que quería transmitir en sus almas llegaría a calarles hondo.
De modo que lo centré todo en ponerlos en comunicación con Cristo Eucaristía, sabiendo que Él podía decir a sus corazones mejor que yo lo que necesitaban. Y comencé a celebrar la Eucaristía media hora antes de entrar a las clases. Y todos los días les explicaba un punto del libro "El alma de todo apostolado", un magnífico tratado sobre la oración de D. J. Chautard.
Después empezaron a preguntarme más cosas sobre la oración. Aproveché la ocasión para organizarles unos ejercicios espirituales de cuatro días en una casa de los PP. Franciscanos en Arenas de san Pedro (Avila). En el silencio y en la oración ahondaron más en el significado, contenido y realidad de la Eucaristía.
El Señor les habló mucho, como hace siempre cuando se le da a la juventud las verdades troncales que guarda la Iglesia en depósito.
Lo que los jóvenes rechazan es un cristianismo light, un mini-evangelio a la medida de sus gustos. Ellos lo que anhelan es la Verdad. Y la Verdad es Jesucristo. Él llena de esperanza sus corazones. No les gusta las medias tintas y menos que les oculten la verdad. Cuando la encuentran muchos se entregan.
Por Jesús Colina