lunes, 12 de marzo de 2007

La tierna golondrina

La tierna golondrina
el nido de su amor buscando va:
las rumorosas aguas del torrente
cantando van al mar;
la abeja recoge entre las flores
el néctar del dulcísimo panal.
Así mi corazón en el destierro
suspira sin cesar
por un amor lejano
que nunca morirá.
¡Amor eterno de mi santa madre!
Pira de incienso ante el sagrado altar!...

En la cárcel de Barbastro, 26-VII-36.

Felicitación del hoy Beato Javier Luis Bandrés
a su madre Ana el día de su santo.

El Crucifijo y el P. Busquet

El Siervo de Dios Rdo. P. Juan Busquet siendo a la sazón superior del colegio claretiano de Barbastro sintióse afectado por una dolencia pertinaz en la pierna. Recurrió en vano a los medios ordinarios de friegas, unturas y paños calientes sin hallar sensible alivio en la enfermedad. Fue entonces cuando animado por recomendación de los de casa, resolvióse a visitar al doctor D. Dionisio Arrugaeta, médico prestigioso de Lérida, gran amigo de todos los Misioneros del Corazón de María- Lo que tiene Vd. en la pierna, dijo el médico, es un quiste monumental que hay que extirpar cuanto antes.
-¿Cuanto antes? repuso el P. Busquet. Pues venga ya la intervención quir·rgica. Estoy preparado para todo evento y traigo mi anestésico, por si precisa su toma durante la operación
Hubo forcejeo tenaz y prolongado entre el P. Busquet y el médico acerca de la naturaleza y eficacia del anestésico aportado. Era el crucifijo pectoral de Misiones que el buen Padre tenÌa aparejado como único sedante de sus dolores y molestias durante la intervención
- Corte sin piedad -decÌa el P. Busquet al médico-, corte y saje y tire y queme sin vacilaciÛn alguna .
Y el Padre Busquet con el crucifijo en la mano, posando en Èl sus enjutos ojos, y llevándolo alguna que otra vez a sus labios aguantó impávido las manipulaciones del cirujano y las hendiduras del bisturí y los reiterados cortes de tijera sobre la carne viva de su pierna sin ayes, sin quejidos, sin suspiros,

El doctor Arrugaeta, todo maravillado, quiso guardar el quiste monumental, sumergido en alcohol para recuerdo del valor de un Misionero Claretiano, y de la eficacia del Santo Cristo como el mejor anestésico.

Angel Fandos C. M. F.