lunes, 19 de marzo de 2007

Tomás Capdevila

Así como Jesucristo en lo alto de la Cruz expiró perdonando a sus enemigos, así muero yo mártir perdonándolos de todo corazón y prometiendo rogar de un modo especial por ellos y sus familias. Adiós.

Juan Sánchez

Barbasro, 12 agosto 1936.
Con el corazón henchido de alegría santa, espero confiado el momento cumbre de mi vida, el martirio, que ofrezco por la salvación de los pobres moribundos que han de exhalar el último suspiro el dia que yo derrame mi sangre por mantenerme fiel y leal al divino Capitán Cristo Jesus. Perdono de todo corazón a todos los que voluntaria o involuntariamente me hayan ofendido. Muero contento. Adiós y hasta el cielo.